Encomienda Indiana y Encomienda Medieval ¿idénticas o desiguales?
Bloch ha insistido
en que la viabilidad del régimen feudal se tornó posible en un clima histórico de dislocación del estado. Pirenne, más drástico, hablo derechamente de desintegración de la organización estatalista como pre-condición para la formación de los dominios banales. Está perfectamente claro que una condición semejante estaba lejos de presentarse bajo la conducción vigilante de los dos primeros Habsburgo peninsulares. Aun en el ambiente decadentista de los Austrias menores y las pulsiones de independencia de las élites americanas en medio del reblandecimiento de la autoridad real, nunca se llegó a tal estado de cosas generalizado en las Indias. Los latifundios americanos jamás fueron feudos ni señoríos banales cuyos detentadores disputaran o intentaron constituirse en copartícipes de la soberanía de la soberanía real.
en que la viabilidad del régimen feudal se tornó posible en un clima histórico de dislocación del estado. Pirenne, más drástico, hablo derechamente de desintegración de la organización estatalista como pre-condición para la formación de los dominios banales. Está perfectamente claro que una condición semejante estaba lejos de presentarse bajo la conducción vigilante de los dos primeros Habsburgo peninsulares. Aun en el ambiente decadentista de los Austrias menores y las pulsiones de independencia de las élites americanas en medio del reblandecimiento de la autoridad real, nunca se llegó a tal estado de cosas generalizado en las Indias. Los latifundios americanos jamás fueron feudos ni señoríos banales cuyos detentadores disputaran o intentaron constituirse en copartícipes de la soberanía de la soberanía real.
La
encomienda feudal, por otra parte, constituía un convenio entre dominus
y campesinos, concierto que podía ser
objeto de un reconocimiento manuscrito e, incluso, expresarse mediante una
fórmula ceremonial y litúrgica. Por el
dispositivo de marras, el señor
recibía en las tierras de su demarcación a los labriegos implicados en
el mutuo, quienes obtenían mansos,
cortas parcelas agrícolas cuya explotación les facilitaba la manutención propia
y la de su unidad doméstica. Alternativamente,
el campesinado asumía el compromiso de trabajar a título regalado los predios
del terrateniente, es decir, en los situados dentro de la terra Indominicata o dominio
señorial fuera bajo la modalidad de la serna española o la corvea gala, lo cual implicaba, dentro del calendario anual, una
contraprestación gratuita reiterada. El
pago de la talla, tributo en especie de cuantía inconstante, y del gravamen por
el uso de las instalaciones banales de propiedad dominical –hornos, trapiches y
prensas. Entretanto, deberes irrenunciables del señor eran el ejercicio de la
justicia y el mantenimiento del orden interno dentro de los límites del
territorio, amén de proveer a la defensa del común ante la amenaza de
agresiones o asaltos venidos del exterior. Afianzado en este pacto bilateral,
el feudal se hacía de siervos sujetos a su imperio en dos planos vitales. Uno
le otorgaba el gobierno discrecional de la comunidad y, a la vez, en
administrador supremo de la justicia. A la autoridad política y judiciaria irrestricta se sumaba el derecho a percibir
tributos permanentes tanto físicos (especies) cuanto intangibles (servicios),
pilares de la renta señorial. Mas la encomienda consagraba mucho más que una
supremacía económica de la élite feudal.
En América la encomienda se encontraba demasiado acotada y restringida
en ese plano como para hacerla comparable con la de verdadero carácter
feudal.
Contenido: Analizar el impacto y
las consecuencias que tuvo el proceso de conquista para Europa y para América,
considerando el ámbito de la encomienda.
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